CIENCIAS SOCIALES SÉPTIMO

PERIODO I

Programación Ciencias Sociales Séptimo Periodo I
Plan de asignatura 7 2015 PI.docx
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Guía 1, Las ciencias sociales
guía1 Las ciencias sociales.docx
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Guía 2. Civilizaciones mediterráneas y el fin de la edad antigua
Guía 2 civilizaciones mediterráneas y el
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La edad media
GUÍA3 La Edad Media.docx
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Notas primer periodo
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PERIODO II

Guía 4 Los vikingos
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Guía 5 La iglesia medieval
LA IGLESIA EN LA EDAD MEDIA EN EUROPA.do
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Guía 6. Arte y cultura medieval
Arte y cultura medieval.pdf
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Guía 7. Imperios medievales en Europa
Guía 7 imperios medievales en Europa.pdf
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Guía 8. Imperios asiáticos en la edad media
Guía 8 imperios asiáticos medievales.pdf
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NOTAS SOCIALES P II

Notas periodo II sociales
Actualizado después de nivelaciones 22 - 07 - 2015
SÉPTIMO.xls
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PERIODO III

Guía 9 Del teocentrismo al antropocentrismo
DEL TEO AL ANTROPO.pdf
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Material 10. Arte renacentista


Siga el vínculo:

http://www.profesorenlinea.cl/artes/renacimiento.htm

Video complementario arte renacentista

Tarea observa los vídeos y elabora un resumen

El nuevo continente de America

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Guías para imprimir

Exploración Portuguesa (Brasil)


 

En el mismo año en que se iniciaba el siglo XVI, Álvarez Cabral(imagen) , navegante enviado a la India por el rey portugués Manuel el Afortunado, se desvió de la ruta africana—según se cree, intencionadamente— y llegó a Brasil, donde fundó una colonia que, con el tiempo, sería la base de la expansión portuguesa en aquel inmenso territorio.

Antes de la llegada de los portugueses el actual Brasil estaba habitado por cerca de tres millones de indígenas que conformaban diversos grupos tribales. No constituían un conjunto cohesionado o definido, mucho menos centralizado, como sucedía en otras regiones de América

El explorador portugués nacido en Belmente, Pedro Álvarez de Cabral, fue el primer europeo en pisar tierras brasileñas en 1500. Al mando de 13 navíos y 1.500 hombres, descubrió unas playas sobre el océano Atlántico, a las que llamó Tierras de Vera Cruz tras tomar posesión de ellas en nombre de Manuel I. Luego, siguió su trayecto hacia Calicut. Brasil tuvo al comienzo un interés maderero y de enlace comercial, hasta que el descubrimiento de Álvarez fue finalmente retomado en 1515.

La colonización de Brasil
Brasil fue tomado en posesión para el rey de Portugal a partir de la expedición de Pedro Álvarez de Cabral, en 1500. Durante los dos años siguientes, otros navegantes, como Goncalo Coelho, Fernando de Noronha y Américo Vespucio, exploraron las extensas costas brasileñas, determinando claramente que éstas se encontraban dentro de la jurisdicción del rey de Portugal, de acuerdo con el tratado de Tordesillas.

La verdadera colonización de Brasil tuvo que esperar hasta la década de 1530, en que se establecieron varias factorías a lo largo de la costa. La primera fue la de Sao Vicente, fundada por una expedición al mando de Martín Alfonso de Sousa. Aunque esta tierra fue originalmente llamada Veracruz, pronto adoptó el nombre actual, debido a que el llamado palo de Brasil producía un apreciado tinte vegetal, que constituyó durante la primera mitad del siglo XVI el más importante producto exportado de estas tierras. Hacia 1532, los colonos portugueses, principalmente “bandeirantes” (aventureros paulistas) y jesuitas, avanzaron a lo largo del valle del río San Francisco.

En 1534, la región fue dividida en doce capitanías hereditarias, entregadas a nobles portugueses. Sin embargo, este sistema fracasó, pues cuatro capitanías no fueron colonizadas y otras cuatro fueron destruidas por ataques indígenas, resultando solamente rentables Pernambuco y Sao Vicente.

Ante esta situación, el rey Juan III envió a Tomás de Souza como primer gobernador general del Brasil, con instrucciones de centralizar la autoridad y salvar las capitanías restantes. Souza se estableció en la recién fundada ciudad de Salvador de Bahía, convertida desde entonces en capital de Brasil, hasta 1763. El dominio portugués de Brasil se vio temporalmente amenazado en 1555 por la llegada de colonos franceses a la región de Río de Janeiro, quienes fueron repelidos por las tropas portuguesas.

Para evitar una nueva penetración, se fundó la ciudad de Sao Sebastiáo do Río de Janeiro. Posteriormente, en 1580, cuando Felipe II tomó posesión de la corona portuguesa, Brasil quedó bajo su dominio, por lo que contó con ayuda española para repeler las constantes incursiones de franceses y holandeses.

Estos ataques culminaron con una gran invasión holandesa a inicios del siglo XVII. La precaria economía de la colonia portuguesa encontró un necesario impulso en la caña de azúcar, producto que se adaptaba bien al clima local y era muy requerido en el mercado internacional. La creciente demanda de mano de obra hizo que los bandeirantes organizaran numerosas expediciones hacia el interior del país, a fin de capturar indígenas y venderlos como esclavos en las /ofendas.

En su avance hacia el oeste, los bandeirantes se toparon con las misiones que los jesuitas habían establecido en toda la región del Chaco y la Mesopotamia. La Compañía de Jesús no dudó en armar a los indios para su autodefensa, instruyéndolos en el uso de armas de fuego y táctica militar. Posteriormente, la mano de obra indígena fue progresivamente reemplazada por esclavos africanos, tal y como sucediera en el Caribe. Los primeros esclavos negros llegaron a la región en la década de 1530, y modificaron la demografía de aquellas tierras.

POBLACIÓN POSTERIOR DE BRASIL: La población del vasto territorio brasileño estaba concentrada en algunos núcleos cercanos a la costa -la excepción era Minas Cerais, a causa de su riqueza minera-. A pesar de que la mayor parte de la población vivía en las áreas rurales, Brasil contaba con algunas ciudades de un tamaño importante para la época, como Salvador, 39.000 habitantes en 1780, y Río de Janeiro, 38.000 habitantes en ese mismo año. La producción de las plantaciones brasileñas -y la extracción de oro y diamantes- se realizaba con mano de obra esclava.

En la segunda mitad del siglo XVIII habían llegado a Brasil cerca de 900.000 esclavos, traídos desde Angola y Guinea en los barcos de esclavos o tumbeiros -literalmente, “coches de muertos”-. A fines del período colonial, los esclavos negros constituían más de un 35% de la población de Brasil. El porcentaje restante se distribuía en partes semejantes entre la minoría blanca y los mulatos y negros libres.

EN BUSCA DE UN PASO: En 1514, el rey Fernando de Aragón firmaba unas Capitulaciones con Juan Díaz de Solís, natural de Lebrija y piloto mayor de la Casa de Contratación de las Indias, a fin de buscar un paso que condujera al mar del Sur, que acabara de descubrir a la sazón Núñez de Balboa.

La expedición, compuesta de tres carabelas, salió de Sanlúcar de Barrameda a primeros de octubre de 1515 y, después de avistar la costa brasileña por el cabo de San Roque, siguió rumbo al sur y llegó a unas aguas que, por ser espaciosas y no saladas, llamaron mar Dulce o río de Solís (actual río de la Plata).

Se internaron hacia adentro, encontrando a los guaraníes quienes les tendieron una emboscada. Unos veinte años más tarde (1534), el emperador Carlos V concedió al adelantado Pedro de Mendoza la conquista y población del río de la Plata.

En 1536, dicho adelantado fundaba la villa o poblado de Santa María del Buen Aire—llamada también Nuestra Señora de Buenos Aires— y enviaba a uno de sus hombres, Juan de Ayolas, al río Paraná en busca de provisiones y de comunicación por tierra con las regiones del Perú.

Mendoza y sus hombres, contrariados por las dificultades que ofrecía la colonización en el río de la Plata, en territorios a la sazón tan inhóspitos, decidieron abandonarlos y regresar a España. La fundación definitiva de Buenos Aires se llevaría a cabo bastantes años más tarde, en junio de 1580, por Juan de Garay.

 

 

 

 

 

La Evangelización en la conquista:

La Iglesia en América:

La obra espiritual de la colonización. Desde los momentos iniciales de la conquista, la difusión de la doctrina católica y el afán evangelizador constituyeron uno de los fines esenciales de la colonización. Recuérdese que la Bula Intercaetera dada por el Papa Alejandro VI en el año 1493, concedió a los monarcas de Castilla "todas las islas y tierra firme que descubriesen al occidente" con la obligación de "que al conquistarlas enviasen allí predicadores a convertir a los indios idólatras". Este compromiso fue asumido por la Corona con gran responsabilidad. A tal fin orientó su acción de gobierno ultramarino procurando, dentro de lo posible, dar cumplimiento a los ideales católicos asumidos por el pueblo español.

Tanto los reyes como los conquistadores estuvieron sinceramente imbuidos de la fe cristiana, y aunque no siempre los jefes de la hueste indiana estuvieron a la altura del mensaje de paz y concordia propuesto por Cristo, debe reconocerse el notable esfuerzo por dotar a las empresas colonizadoras de un sentido espiritual y evangelizador.

La Iglesia, como natural guardiana y ejecutora del dogma cristiano, constituyó un elemento de extraordinaria influencia en el medio americano. La religión obró no sólo como reguladora de las costumbres y de las normas morales sino también como fuente de la vida social y cultural.

Los reyes actuaron en consecuencia, ligando a la Iglesia a todos los acontecimientos relacionados con la conquista y la colonización, de ahí la importancia alcanzada por esta institución, cuya influencia se hizo sentir sobre los fieles, a veces por encima de los propios funcionarios gubernamentales. La Iglesia, pues, se hizo presente tanto en los grandes actos oficiales como en los pequeños de la vida cotidiana.

A partir del segundo viaje de Colón la influencia de sacerdotes y misioneros fue en constante aumento. La oportunidad histórica que representaba para la Iglesia Católica el hecho de propagar el catolicismo en las extensas regiones indianas, fue asumida con responsabilidad y hasta con heroísmo por un gran número de animosos frailes contagiados por el inicial espíritu de cruzada que dieron a la empresa evangelizadora.

 

 

 

 

 

El Regio Patronato Indiano:

Se denomina patronato al derecho exclusivo del rey para proponer y presentar a las personas para los oficios eclesiásticos y otras dignidades y prebendas destinadas a la administración del culto católico.

Mediante el pleno ejercicio del derecho de patronato, los Reyes Católicos se aseguraron, la administración sobre la Iglesia Católica. Tal derecho les fue reconocido expresamente por la bula del 3 de mayo de 1493 –Eximiae Devotionis – expedida por Alejandro VI y confirmada por otra resolución papal dictada por Julio II el 8 de junio de 1508.

Por la primera, el pontífice cedió a los Reyes el derecho de percibir el diezmo para el mantenimiento de la Iglesia y la evangelización de los indios; y por la segunda, los monarcas eran reconocidos como patronos de todas las iglesias del Nuevo Mundo. De ella surgió también la facultad de nombrar a todos los eclesiásticos. La Corona se reservaba, además, los siguientes derechos:

·                                 El erigir nuevas diócesis y cambiar los límites de las ya existentes.

·                                 El percibir las rentas de los beneficios vacantes.

·                                 El autorizar la erección de nuevas iglesias o monasterios y la deposición de eclesiásticos por sus superiores.

·                                 Además, todas las bulas papales y cualesquiera otras comunicaciones emanadas de la Santa Sede, destinadas a las iglesias de España y América debían, para poder ser publicadas y entrar en vigor, contar con el pase o autorización del Consejo de Indias, organismo que se reservaba asimismo el derecho de revisarlas, y en caso de no estar de acuerdo parcial o totalmente, de devolverlas a su lugar de origen, lo cual incluía su rechazo.

Ningún clérigo podía pasar a Indias sin la correspondiente autorización real y las altas dignidades de la Iglesia –obispos, arzobispos– resultaban de una terna elevada al pontífice por el Consejo de Indias.

Bajo la dinastía de los Borbones, y como consecuencia de las nuevas ideas liberales, surgió entre los juristas españoles una doctrina nueva: el patronato y la sumisión de la Iglesia al Estado no derivaban de una concesión de la Santa Sede, sino que era la resultante de un derecho inherente a la soberanía de los reyes. Esta doctrina, mantenida en España, fue invocada por algunos de los jóvenes Estados emancipados entre ellos la Argentina que se reservaron el derecho de patronato sobre la Iglesia Católica dentro de sus territorios.

 

 

Importante observar vídeo tratado de tordesillas

Observa este video sobre  los castigos a los indígenas que no querían evangelizarse.